
La posibilidad de experimentar con moléculas de ADN y obtener así una nueva biblioteca completa de información sobre los procesos que hacen a la vida del ser humano desde su esencia misma, que es sin duda, el código genético que nos identifica, ha sido muy reciente. Tanto, que los investigadores se encuentran en esa fase en la cuál, un nuevo descubrimiento genera aún más preguntas que respuestas.
Este es el caso de una pregunta que será muy difícil de responder, al menos por ahora, pues lo que han observado recientemente los científicos es comparable con una bomba que estalla junto a los fundamentos mismos de la química moderna y amenaza la coherencia de esta ciencia en sí misma.
La causante de este problema es una simple molécula de ADN. El experimento consistió en separar dos de ellas en agua y el resultado fue verdaderamente asombroso. A un nanómetro de distancia, ambas moléculas de igual contenido genético son capaces de identificarse y atraerse, sin ningún tipo de intermediario, una propiedad que no encuentra explicación en ninguna teoría científica y que incluso, contradice ciertos principios básicos de la química.
Que una molécula de ADN reconozca a la distancia a otra con similar código genético y que salga a su encuentro, es realmente un descubrimiento que marcará un antes y un después de la ingeniería genética. Se supone que este efecto podría contribuir a mejorar la eficiencia de la recombinación y la homologación de genes, un proceso responsable de la reparación del ADN, la evolución y la diversidad genética.
Los nuevos descubrimientos en este campo podrían permitir arrojar luz en campos de investigación claves como el envejecimiento celular y los errores de recombinación (una de las causas del cáncer y otros problemas vinculados con la salud).